Ideas sobre la relación Cataluña-España
Antes
de empezar a hablar de España y el conflicto con una de sus
nacionalidades (tal cual las menciona el Art. 2 de la Constitución) históricas, creo que es precisa una revisión de su
conformación como Estado.
Para
algunos radicales, España como nación data del matrimonio de los reyes
Isabel y Fernando en 1476 (vamos, el casamiento habitual en la
conformación de reinos del Antiguo Régimen) que fundieron las coronas de
Castilla y Aragón.
Para
otros radicales, España es una imposición cuasidictatorial por la cual
los malvados castellanos centralistas han invadido Cataluña y la han
sometido a un régimen colonial o casi…
Ambos
son extremos falsos, derivas de inculcaciones políticas muy
nacionalistas, e interesadas en sacar rédito de lo fácil. Y la historia
del Estado Español es de todo menos fácil.
Tratada
con una mínima profundidad, esta conformación de España como Estado, yo la
describiría como producto de tres etapas fundamentales:
1:
El Imperio de los Habsburgo o Casa de Austria, heredado por el alemán
Carlos V tras derrotar la rebelión comunera castellana, en la que el
Imperio regía cada parte con un funcionamiento administrativo y fiscal
diferente (y su peso escorado sobre Castilla), con leyes diferentes,
fronteras y aduanas entre Aragón (y sus reinos, entre ellos Cataluña) y
Castilla hasta 1714. Y luego América, que era propiedad exclusiva de
Castilla.
Cito aquí a J.H.Elliott (La España Imperial, un autor inglés para menos suspicacias)
“…Durante
el reinado de Carlos V se desarrollaron tres peligrosos procesos que
habían de tener una importancia incalculable durante los siglos XVI y
XVII en España. En primer lugar, se estableció el dominio de banqueros
extranjeros sobre las fuentes de riqueza del país. En segundo lugar,
quedó determinado que Castilla llevaría el peso principal de la carga
tributaria en España. Por último, en Castilla, casi todo el peso fiscal
recayó sobre las espaldas de aquellas clases que menos capacitadas
estaban para soportarlo.”
2:
Tras la más conocida para los catalanes Guerra de Sucesión, a partir de
1714 la monarquía de los Borbones ilustrados, recién llegados de la
homogenea Francia, se empeñaron bastante en equilibrar el país durante
el siglo XVIII, a golpe de Decretos de Nueva Planta y redistribución de
la carga fiscal, sí, pero también repartiendo industria y abriendo el
mercado americano a los territorios de la Corona de Aragón.
3:
La Revolución Francesa, que marca el fin del Antiguo Régimen en Europa
(para empezar a importar más los méritos vitales que la herencia
aristocrática)-, fue traída a España por el imperialismo napoleónico
(“Guerra de la Independencia” 1808-1814). Como reacción, tras
expulsarlo, España entronó a Fernando VII, que anuló la primera
Constitución, la de Cádiz con demasiados nuevos aires europeos “Vivan
las caenas”… para enfilar un siglo XIX desastroso para el país de
desconexión cultural con el resto del continente, analfabetismo y
desindustrialización récord, golpes de estado, independencia de
Hispanoamérica tras guerras terribles, guerras carlistas también,
dictaduras… el fin del Antiguo
Régimen se atasca, y no termina de llegar del todo… una verdadera
DesEspaña del XIX para desembocar en la gran catástrofe de la Guerra
Civil y la última Dictadura.
Tras
ella, la Constitución de 1978 nos ha llevado al periodo democrático y
de convivencia más largo que ha habido desde entonces, el actual.
En
esta compleja, y aquí esencialmente resumida historia, ha habido muchos
vaivenes e injusticias hacia unos y otros. Repito la fiscalidad ruinosa
para Castilla de la España de los Austrias, o la emigración de la
España castellana hacia la catalana en los siglos XIX y XX, buscada a
propósito por gobiernos como el del dictador Primo de Rivera en su
concepto particular de “españolizar” Cataluña – y despoblación y
subdesarrollo para el resto.
O
por ejemplo, este sistema autonómico actual, que se ajusta en límites y
funcionamiento a los antiguos reinos de la Corona de Aragón, nos hace
perder toda fuerza en el caso del Trasvase Tajo-Segura, con nuestra
cuenca hidrográfica dividida entre varias autonomías, una Castilla-La
Mancha con poca población y fuerza, y un Madrid ensimismado que ignora
por completo al Tajo, y ahora mismo el “Ministerio de Medio Ambiente”
está autorizando trasvases de agua “excedentaria” hacia la cuenca del
Segura desde embalses a menos del 10% de su capacidad. Da igual que no
se llegue ni a ver, pero lo dicen los papeles del Ministerio: es agua
excedentaria. Nada que rechistar.
Recuerdo en este punto una frase de Pi i Margall
“Castilla
fue entre las naciones de España la primera que perdió sus libertades;
las perdió en Villalar, bajo el primer rey de la Casa de Austria” (Francisco Pi i Margall)
Pido
a este respecto más respeto y comprensión desde Cataluña a la hora de
hablar del “centralismo castellano”, pues también nosotros a veces somos
las víctimas, y ni siquiera es el centralismo el sistema administrativo
tradicional castellano, pues era descentralizado en provincias, similar al del País Vasco. El centralismo solo lo implantó la Casa de Austria.
La
Corona de Aragón y la cultura catalana por el Mediterráneo también
plantean cuestiones para la “España Catalana o Països Catalans” que una
Declaración de Independencia de Cataluña no soluciona, sino que agrava, y
el catalanismo debería analizar: la fuga de Banco Sabadell a Alicante,
la Caixa a Valencia ¿porqué esa elección de las empresas catalanas? Eso
no lo soluciona la independencia.
Dos tesis:
1.
Es esencial el respeto a todos los demás pueblos, con sus valores y
defectos. Pueblos diferentes, pero complementarios (y lo prueban la
integración de los diversos migrantes y empresas comunes). Pero sobre
todo, imposiciones nunca. Las ideas de Napoleón eran mayormente
positivas... libertad, igualdad, fraternidad, laicismo (y rodillo
cultural igualitario) Pero las impuso. Y de ahí su rechazo en la Guerra
de la Independencia, y de ahí a la DesEspaña del XIX… y de ahí a la
Guerra Civil, y de ahí a la Dictadura.
2.
Estamos aún en vías de configurar un Estado moderno. La Constitución de
1978 es un inicio para salir de la Dictadura y construir una España
plural… pero a mejorar, con mucho trabajo, debates y consensos. Es el
periodo más largo de convivencia democrática que hemos logrado tener.
Por fin. Pero es cierto que hay aún sectores políticos que deben
reciclarse, porque parece que no han salido del Antiguo Régimen y sus
imposiciones, como el agua excedentaria desde los embalses del Tajo al
10%.
Si Napoleón se hubiera quedado en España después
de 1814, con sus ideas de la Revolución Francesa y el Estado Español se
hubiera configurado siguiendo la línea del francés, una República
centralista, hubiera desaparecido todo rastro de nacionalidades
históricas en nombre de las libertades revolucionarias, y se hubiera
pasado el rodillo de la castellanización por encima de todo. Incluida
Catalunya.
Sin
embargo, en Francia hay quien se lamenta de la pérdida de su riqueza
cultural regional aplastada por el centralismo republicano, como la
desaparición de la lengua occitana, y ha creado recientemente regiones donde no
las había.
Aquí,
como contrapartida, ahora tenemos la oportunidad de partir de las
nacionalidades históricas para conseguir crear ese Estado moderno y
plural, con pleno respeto y puesta en valor de cada una de las culturas
del Estado, y quedándonos solo con lo mejor de las ideas que traía
Napoleón. La Constitución de 1978 fue un paso esencial, pero hay mucho
que trabajar aún.
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