Desde que era pequeño he tenido un trato especial con los bosques, ríos, las montañas... lo natural en definitiva. El entorno, fundamentalmente de las serranías castellanas, ha sido mi casa, pero además del respeto y admiración automáticos que tengo hacia él, uno conserva en algún lugar de la mente, algo de los sueños de la infancia, de bosques encantados, árboles que se mueven, de duendes, hadas... y muchas veces uno se ha sorprendido buscando por los neveros la huella de algún yeti, un viejo roble que eche a hablar en el bosque, una bella hada o un troll.
Hasta que los años y la ausencia van difuminando ilusiones y dejando sin valor el chasquido de las ramas, el bramar de los bosques al viento, y cualquier otra señal susceptible de algo animado y no animal...
Hasta que una tarde te ví. Inicio de los calores del estío, pero en la sombra intensa de un bosque denso de los que aún guarda la serranía. Una luz. Brillante y fría en medio del bosque. Forma de mujer. De gran mujer. Desde luego una gran hada de alguna clase, más allá de mi conocimiento. Clara, brillante, no cegadora pero con un matiz de brillo eléctrico de relámpago frío, el peligro y la belleza, puro hechizo. Y de allí te quedaste en mi cabeza. En mis sueños, mis sueños diversos... serenos, tibios, intensos, crueles... y de ellos a la realidad en la que te me apareciste, como un flashazo de carne y hueso.
Un lugar menos místico que aquel bosque, pero eras tú. La llama en la oscuridad. Esos ojos. Esa mirada. La misma mirada. Inconfundible. Esa mirada: existes.
Desde entonces te sigo y te encuentro y te pierdo y te encuentro a pesar de que estás, de que sigues ahí. Me esquivas, me requiebras, te pierdo y me pierdes. Veo que me pierdes pero no puedo parar de perderme buscándote, te quiero, te quiero, te adoro y te querré y te buscaré porque ya te busqué por medio mundo hasta que claro que existes y estás ahí y por asfalto o por bosque no pienso parar hasta que me desintegre o nos desintegremos o que nos creemos ¿Me lees, pequeña hada o ángel o demonio? Que eres el cóctel de todo lo que me gusta, la perdición y salvación, la carne y el alma, el relámpago y la fraga, el hielo y la llama, y que te quiero del todo absolutamente
Lost in Tragavivos
domingo, 1 de abril de 2018
viernes, 9 de marzo de 2018
Ábregos
Los cielos han decidido abrirse a la primavera, al océano echarse encima de la Península Ibérica en forma de esos vientos vitales, sostenidos, cargados de humedad que son los ábregos del suroeste. Las borrascas en sucesión se nos han venido encima estampándose una vez más como oleadas, sobre toda la fachada atlántica ibérica, las partes altas de la mediterránea, y por supuesto con intensidad incrementada sobre todas las áreas de montaña, que son bastantes por suerte.
Las nieves se han fundido en las zonas bajas,
han crecido en las zonas altas, los ríos han retomado sus caudales, las
torrenteras y arroyos secos han vuelto llevar agua, y los brotes de los campos
han cogido la fuerza que este año parecía faltarles. La época es la perfecta,
justo antes de que los árboles empiecen a mover savia, los pajarillos a piar y
en definitiva, todos los ecosistemas, cortijos y cortijillos vitales a
despertarse.
La situación de la Península Ibérica, justo
centrada sobre la banda denominada de clima mediterráneo, y en su extremo, pegada
a la enorme masa oceánica atlántica, hace que las oscilaciones entre los climas
húmedos y fríos del norte de europa y los cálidos y secos del sur, sean claves
para determinar su naturaleza, y todas las actividades e interacciones del
hombre con la misma. Estos vientos, los ábregos, son seguramente la expresión
más clara de estas oscilaciones climáticas que hacen pendular la mayor parte de
los climas ibéricos entre la humedad y la sequía, entre el vergel y el
secarral, la selva y el desierto.
Así, entre los climas más europeos de la
franja cantábrica, con su humedad perenne y sus frondas de robles, hayas,
fresnos y sus prados siempre verdes, pasando por las mesetas, y los climas del
sur, más extremos, con sus cuasiselvas como las de Grazalema, y las cornisas
mediterráneas, que a sotavento de estos vientos atlánticos, son mucho más
secas, hay todo un abanico de climas, sistemas montañosos, altitudes,
orientaciones diferentes, que hacen de la Península Ibérica un mosaico natural
único en el mundo.
Y son estos vientos cargados de humedad, el
contrapeso a los calores del verano, una vez que la corriente de vientos
húmedos se aleja hacia el norte de Europa, los que regulan el pulso de toda
esta riqueza.
Así desde las cordilleras Cantábrica y
Pirenaica, pasando por las mesetas y los sistemas montañosos Central, Ibérico,
Montes de Toledo, Sierra Morena, Sierra Nevada y todas sus ramificaciones
locales, se extienden diferentes variedades climáticas, desde donde el almendro
florece en enero hasta donde lo hace en abril, los robles que folian en marzo y
los que lo hacen en junio, más tarde que las hayas de los Alpes, y todo
dependiendo de las altitudes, orientaciones, más hacia el océano o no.
Los años secos, si faltan estos vientos, los
años húmedos y fértiles, cuando los hay. Las cosechas, los pastos, los ríos,
los embalses. Las migraciones de las grullas a los pastos de Extremadura en
invierno desde el norte de Europa. Todo está condicionado al mayor o menor
aporte de humedad que traen estos vientos del suroeste. Aunque también haya
precipitaciones al margen de este régimen, muy importantes las de vientos del
norte en el Cantábrico, las gotas frías de Levante, o las tormentas del verano
que aparecen, como las setas, de forma más irregular y local, el gran peso de
las precipitaciones, del agua, de la vida en la Península, depende de esta
componente de ábregos en la estación húmeda.
Este fundamento natural del compás vital
ibérico ha sido y es determinante en el desarrollo de la vida, costumbres,
cultura de los diferentes pueblos que cohabitamos esta Península, unido a la
geografía, la disposición de los sistemas montañosos, y todo tipo de
particularidades que hoy dejo apartadas pero de enorme importancia local.
Han vuelto los ábregos, y eso significa
alegría. Alegría con el cielo gris, aunque desde los centros de las ciudades no
nos demos cuenta a veces de su importancia. El agua que bebemos, depende de
ellos. El verde y las flores de los campos de esta primavera, la vendimia del
otoño, el huerto de tu pueblo, las camadas, puestas y crías de los conejos, de
los azores, de los vencejos, los búhos y los alimoches depende de ellos.
martes, 6 de marzo de 2018
Euskal Herria
Euskal
Herria
Tenía que haber en este blog una entrada
mostrando directamente mi respeto y admiración por el pueblo del norte, Euskal
Herria, pais vasconavarro o como se quiera llamar. Lo importante era lo que
lleva dentro.
Además empiezo esta entrada comentando que,
aunque he viajado mucho y ya conocía… pues la verdad… toda la España peninsular
menos el País Vasco y Navarra, con 17 años, en una conversación en casa comiendo
solté la frase que ahora detesto “yo nunca iré al País Vasco que son todos
etarras” y entonces fue mi madre la que me espetó muy seria un “no puedes
hablar de lo que no conoces”. La verdad es que ese “zas en toda la boca” se me
quedó bien grabado… pero seguí sin ir al País Vasco. En mi cabeza permaneció
aquello que el ambiente mediático hace creer a todo el que, efectivamente, no
conoce.
Así con 22 años había pisado todas las
provincias de España… menos las del País Vasco y Navarra. Entonces por la
orientación y la montaña me empecé a acercar a ese pueblo, su gente, y no solo
“al verde” y las vacas. Mi padre es gallego y sí conozco el verde desde pequeño
y es algo distinto. Y lo que descubrí trastocó mis ideas totalmente. No
solamente no todo era ETA sino que conocí gente sincera, trabajadora, poco
cotilla, poco escandalosa, que va a lo suyo y que hace las cosas porque le sale
verdaderamente de dentro, menos para la admiración externa. Que respetaba
enormemente la naturaleza, que no tiraba ni un papel al suelo. Conecté con
ellos totalmente y los años y mis experiencias lo corroboraban. Los hechos se
impusieron a lo mediático.
Tendría ya muchas anécdotas de momentos compartidos
con la gente del norte, pero escribiré
solo la última. Este verano en el Pirineo aragonés. El primer día de ruta me
había cargado la suela de mis botas de invierno (pretendía antes de cruzar a
Francia subir al Monte Perdido y al Vignemale que conlleva cruzar posiblemente
el mejor de los glaciares que queda en el Pirineo) unas Scarpa que no había usado
en 7 años, y las dos suelas se me rompieron antes de salir del bosque, por lo
que ya una vez en el refugio de Góriz mi idea era pasar a Francia directamente.
Hay que decir que ambos son picos de más de 3.000 metros de piedra, nieve y
hielo incluso en verano. Con las suelas en ese estado me podía permitir cruzar
collados de 2000 metros por sendas, pero no subir por cresteríos de piedra a
3000 y pico donde además el tiempo cambia más rápidamente. En Góriz me
encuentro entre otros con un chaval de Pamplona, al que no conocía de nada, y
al comentarle lo sucedido y mis planes, respuesta inmediata: “Yo tengo el mismo
número. Si quieres te dejo mis botas y subes al Perdido”. Lo agradecí
enormemente pero lo rechacé. Lo importante era el gesto, suma y sigue. Mis fuerzas
no me permitían el subir y bajar un 3000 y luego continuar el pasar a Francia
con las botas a punto de romperse.
Es obvio que sigo condenando la violencia
etarra, todo tipo de violencia terrorista, y también todo el daño extensivo que hizo lo mediático
con ella.
Con el paso de los años las cosas socialmente han
cambiado y vamos en una dirección convergente hacia la convivencia pacífica.
Eso será lo que yo creo y espero.
domingo, 3 de diciembre de 2017
Contra la despoblación
Actualmente es un tema de debate recurrente en
internet la despoblación de grandes zonas del territorio, fundamentalmente de
la meseta. Libros como “la España vacía”, asociaciones como Serranía
Celtibérica, http://www.celtiberica.es/ observatorios e iniciativas diversas analizan el problema
de la despoblación. Es un tema que me interesa bastante, pues no en vano el
Sistema Ibérico donde vivo es la zona con menor densidad de población de todo
el sur de Europa.
Por otro lado, también ultimamente se han
sufrido periodos de contaminación aérea intensa en Madrid debida a la actividad
industrial y los vehículos, se han publicado informes alertando de los peligros
de esta contaminación aérea… la despoblación y la masificación:
Hay que decir que la evidencia, hablando de
despoblación, es que nadie quiere vivir en los pueblos de zonas alejadas de
alguna capital, y que esas zonas ya no están en riesgo de despoblación, sino
despobladas. La gente quiere cines, quiere tiendas (dejaré a un lado el debate
de los centros comerciales, también interesante) quiere cafés, quiere centros
de deporte o cultura. La gente no quiere vivir donde para tener acceso a estos
servicios tenga que hacer una hora de viaje. Esa es la realidad objetiva. Las
únicas zonas de la meseta donde la población se mantiene (y menos mal) son las
ciudades, sobre todo las capitales de provincia, y su entorno inmediato.
Por ejemplo se puede ver el mapa de la evolución
poblacional de Castilla y León. Las zonas más despobladas, en rojo más intenso
son las más alejadas de las capitales de provincia. La excepción sería la zona
de las Merindades y Miranda por estar cerca de Euskadi.
También dejo un mapa del centro, la captura de un mapa interactivo de "El Confidencial"https://www.elconfidencial.com/espana/2017-01-06/espana-pierde-habitantes-despoblacion_1310809/ bastante chulo en el que se puede ver la evolución demográfica en cada municipio, en el que se ve en el centro la megalópolis madrileña que crece (en verde), y indistinguibles dentro del continuo verde Ávila, Segovia, Guadalajara, Talavera y Toledo, por lo que no se puede distinguir el mismo efecto que en Castilla y León salvo en Cuenca, que aparece como única chispa verde rodeada de 100 kilómetros de despoblación en color rojo, entre Madrid y Valencia. Y más al sur queda la zona manchega que tiene la particularidad de ser la única zona rural de la meseta que no se despuebla.
Pero en definitiva lo que quiero volver a remarcar
es que todo (casi todo) lo que está lejos de una capital, está despoblado. No “en riesgo de
despoblación”. Está despoblado, sin población activa. Hay jubilados más algún
agricultor o ganadero resistente y
merecedor de gran admiración. Esto es lo que hay que afrontar para
gestionar el territorio. No hay industrias, ni apenas servicios, ni gente
dispuesta a iniciar ningún tipo de actividad nueva en estas zonas.
Por otro lado, está Madrid como megalópolis global
(que sí, dejando a un lado la tendencia centralista de sus esferas políticas
que no trago, es simplemente una concentración de actividades de alto valor
añadido según las tendencias marcadas por la globalización mundial y patatín y
patatán…) está generando problemas de contaminación del aire, de colapsos de
tráfico y sus consiguientes desperdicios de energía, de abastecimiento y
depuración de aguas… cuanto menos importantes, solamente por la enorme concentración
humana que supone sobre un territorio al que no está adaptado. Deberíamos haber sabido planificarlo mejor.
Porque en otras latitudes de Europa con menos
anticiclones, con menos estancamiento de la circulación atmosférica que barren la contaminación aérea más, y con ríos
mucho más grandes que diluyen la contaminación del agua también más, las grandes megalópolis no quedan tan descuadradas. Por otro
lado, no soy tan pesimista sobre la calidad de vida en Madrid pensando a largo
plazo, pues creo que el desarrollo tecnológico ayudará a resolver esos
problemas. Pero lo dejaré aparte por ahora.
Generalizando (ya habrá tiempo de
particularizar en entradas posteriores cuando toque) el actual modelo de crecimiento
centrado en Madrid no me parece eficiente para nuestro territorio, por la infrautilización
de casi todo el espacio, y la saturación del área metropolitana madrileña.
La política hasta ahora ha sido de garantizar
la demanda de recursos. Es decir, en gestión del abastecimiento de agua, a base
de trasvases desde las zonas despobladas a las sobrepobladas, y en los
transportes, saturando estas últimas de vías de comunicación que a su vez quedan
también saturadas y… para al final acabar con la prohibición para los coches de
acceder al centro de las grandes ciudades a días alternos… mientras que las
zonas despobladas se quedan con las infraestructuras del siglo XIX.
Quemar los muebles para calentarse no me
parece una opción, y es lo que se ha hecho.Ahora hay muchas zonas que son irrecuperables.
No hay objetivamente ninguna razón para haber
desarrollado por encima de las posibilidades del territorio Madrid, y haber
dejado en el olvido a Salamanca, a Cuenca o a Soria. Por ejemplo. Porque estas
tienen los mismos recursos que Madrid o más. Por decirlo a lo bruto y simple:
la única razón es que a Felipe II le gustaba cazar en los montes de El Pardo, y
a partir de ahí se ha ido amontonando todo el tinglao.
El modelo territorial que defiendo se basa en:
1. Adaptación a usos de residencia secundaria
de los pueblos más alejados de las capitales. Porque es la posibilidad más
tangible de generar cierta economía basada en ello. Las otras alternativas
pueden salir casi solamente del turismo, o de centrales eléctricas de energías
renovables. Y casi ni eso, pues hasta una central eólica se puede prácticamente
controlar en la distancia. No hay estaciones de esquí ni costas, y el hecho es
que a la gente no le gusta vivir en esas zonas.
2. Dejar de concentrarlo todo en Madrid y
favorecer la implantación de industrias y servicios en otras ciudades que
actúen como polos de desarrollo y “anclas” de población. Sobre todo si son
capitales de provincia con una tradición de centro administrativo secular sobre
un territorio sobre el que ejercen además una función identitaria: porque esto
es conservar la riqueza cultural, también.
3. Regular la expansión de la gran
aglomeración madrileña en las provincias limítrofes, pues sobre todo en Toledo
por su más equitativo reparto de población y actividades, se puede intentar conseguir
un equilibrio territorial entre zonas rurales y urbanas, y por su cercanía a
Madrid y su menor despoblación, lo tienen más fácil que el resto.
Sobre todo reiterar que me quedo con el modelo
castellano tradicional centrado en las capitales, cada una asociada a su
provincia, porque además de ser el tradicional, me parece el esquema de
desarrollo más adaptado a nuestro territorio, el que favorece mejor su
utilización eficiente, donde por ejemplo hablando de recursos de agua no hay
ríos grandes como en Europa, pero cada capital está servida por un río mediano,
más o menos. Y sirven de ancla (de mercado laboral, de servicios…) para
mantener todos los pueblos de las cercanías, hasta media hora de viaje, y de
ayuda al sector agrario y ganadero.
Además es necesaria una mejora prioritaria de
los accesos e infraestructuras hasta las localidades de este rango para fijar
en ellos población, y la adaptación a un uso de residencia secundaria de los
pueblos más alejados de las capitales porque no van a tener prácticamente otra
alternativa, que pueden salir casi solamente del turismo, o de centrales
eléctricas de energías renovables. Y ni eso, pues hasta una central eólica se
puede prácticamente controlar en la distancia. Y poco más en realidad.
Para terminar decir que, evidentemente, no me
parece muy dificil llegar a estas conclusión: que el centralismo y la
sobreexplotación son malos, y que la despoblación también. Lo dificil y donde
hay que afinar es en la gestión de las áreas más o menos equilibradas, porque
cada caso y cada variable es diferente, pero por ahora queda fuera del alcance
de este blog de amateur. Pero bueno, ahí lo dejo como declaración de ideas
básicas.
miércoles, 29 de noviembre de 2017
El Tajo con su agonía
Aquí continuo con otro artículo de protesta por el estado del río Tajo, el río contaminado que me acompañó toda mi vida en Toledo y que como lo empecé a conocer, así sigue, como he vuelto a comprobar.
Dejo
un enlace de El País, con un artículo describiendo el desastre del Tajo y
coincidiendo con una importante movilización deportiva en Toledo reclamando la
vuelta del río que la alumbró.
Han
salido también varios reportajes en prensa europea tocando el tema, que alegran
a quienes hemos estado aportando granos de arena durante años para intentar
solucionarlo. Quizá escriba algo en futuras entradas en los idiomas
correspondientes.
Aquí
dejo los enlaces.
Le
Monde (Francia) http://www.lemonde.fr/planete/article/2017/11/13/en-espagne-le-tage-se-meurt_5214046_3244.html
Publico
(Portugal) https://www.publico.pt/2017/11/19/sociedade/noticia/guerra-da-agua-e-poluicao-no-tejo-espanhol-ameacam-portugal-1793077
The
Guardian (Reino Unido) de agosto https://www.theguardian.com/environment/2017/aug/14/tagus-river-at-risk-of-drying-up-completely
Aquí
la foto (video) de la vergüenza del artículo de El País, la Junta de los ríos
en Aranjuez. Es la que llevamos utilizando los grupos de defensa del Tajo desde
hace tiempo, pero ampliada con un dron.
Aparecen
por la izquierda, el Jarama, con el caudal de aguas residuales de la
aglomeración madrileña, muy superior a su caudal original. “Depurado”
oficialmente, desde hace décadas. Por la derecha el Tajo, y ese caudal turquesa
que muy pocos ríos tienen y ninguno, absolutamente ninguno de los ríos
españoles tiene a 300 kilómetros de su nacimiento. Absolutamente ninguno. Ahí
está, esmirriado, raquítico, gastado. Apenas puede arrastrarse por su cauce,
invadido de vegetación pues ya no se le permiten crecidas. Todo lo que exceda
ese reguero es excedentario, dice el Gobierno. Los gobiernos de España, este y
los anteriores. La suma de factores da lugar a la cloaca que es el Tajo en Toledo.
Alteración
del estado natural de las aguas e incluso de las condiciones hidromorfológicas
de los cauces, de lo que esta tarde se hablará en la Real Fundación de Toledo
en esta interesante charla. http://tajotoledo.es/?page_id=1969
Y lo
más terrible es que la destrucción del Tajo original se haya hecho “en nombre de la solidaridad”.
Este es el Tajo en Toledo anteayer. Es el río más largo de la
Península. Es el río que más patrimonio cultural atesoraba, como en parte
refleja en este trabajo restringido únicamente a Toledo ciudad (ver carta de
adhesión en http://tajotoledo.es/?page_id=1546) Es el gran río más cercano a Madrid,
la capital. La que lo gestiona, gestiona y genera todos sus problemas. Esto es
lo que han hecho con él. En fin, quizá
fuera el destino que le tocaba irremediablemente como gran río del país del
Quijote.
España
tenía este río, que cruzaba su corazón territorial. Decidió (y a lo largo de
muchos años, no una decisión en frío) hacer en su cabecera un trasvase y dos
centrales nucleares. Este es el resultado.
Tajo en Trillo, justo antes
de empezar a “ser gestionado”
Ahora
arregladlo, le digo al Ministerio (lo que habéis contribuido a destrozar
vosotros y los ministerios de los Gobiernos anteriores, me da lo mismo). Vosotros mismos. Yo mientras, me
retiro a donde aún no hayáis puesto las zarpas.
jueves, 23 de noviembre de 2017
Tropical beach in Alovera
Uno de los temas que siempre me ha traído de
cabeza es el del debate del agua y su gestión, pues a pesar de la importancia
que debería tener en España por el clima al que está sometida la mayor parte de
la Península, y trato de seguir su actualidad en lo posible.
La última ocurrencia que le leído ha sido la de crear una
una playa artificial en Alovera (Guadalajara), en el Corredor del Henares y muy
cerquita de Madrid, la más grande de Europa he leído (cómo nos gusta esto de "lo más de Europa") y con su glamour tropical y tal … pero al llamarla ocurrencia, se entenderá que estoy
en contra…
Pues no, sin embargo, a mí me parece perfecto
que se haga. Porque es una manera, artificial, sí, de dar salida a una demanda
de un… servicio natural que ha sido destruido en Madrid (y ahora lo explicaré).
El hecho también es que por ejemplo en Francia
hay muchos de estos lagos arficiales usados como playas… ya que los ríos de las
llanuras boscosas del centro y norte de Europa no son cristalinos naturalmente.
Las lluvias continuas, la descomposición de materia orgánica y la estructura de
los suelos hace que normalmente sean ríos turbios de manera natural. Y claro,
en ríos turbios apetece menos bañarse.
Los ríos naturalmente más claros son los de
las montañas, con crecidas de régimen nival que limpian los cauces de lodos, y
sobre todo los de zonas calcáreas pues actúan de filtro.
El mejor ejemplo en Europa... es el Soča, en
Eslovenia. Este es el Soča:
Aunque pocos pueden tener el Soča al lado de
casa. Por lo que, bueno, en Cuenca tenemos el Júcar…
Pero en Madrid ahora mismo no hay nada. Pero
no hay nada, no porque no lo hubiera, que lo había, sino porque el potencial
natural de Madrid y sus alrededores -de aquello queda casi solo El Pardo, como
reserva exclusiva de uso real y por esta misma razón- ha sido explotado,
sobreexplotado y arrasado. Los baños del libro “el Jarama” ya no son posibles.
Las prisas en el desarrollismo destrozaron el potencial
natural de Madrid en gran parte.
Así, la sobreexplotación ha extenuado los caudales de
todos los ríos del Guadarrama.
El Tajo en Toledo que antaño era y era motivo
de excursiones domingueras en tren para bañarse desde Madrid, se convirtió en
la gran cloaca nacional por el trasvase y el macrodesarrollismo de la propia
capital en los años 70 y 80, y actualmente es esto:
La Charca Verde en el Manzanares era el último
lugar donde se permitía el baño de los ríos de la Sierra de Guadarrama, donde
el baño se prohibió hace poco. Ya solo queda el Alberche gredense y ya veremos
hasta cuando (ya hay problemas en la zona talaverana)…
Río Alberche en Navaluenga (Ávila)
La solución real para esto, como para la
contaminación aérea, como para muchas cosas, era haber planificado mejor el
desarrollo de Madrid, antes de ponerse a construir.
La solución real era haber desarrollado esta
zona central de la meseta siguiendo el canon primigenio castellano de descentralización
multipolar en ciudades, y no copiando unos esquemas centralistas que nos eran
ajenos.
Así, se hubieran conservado limpios y con caudal el Manzanares, el
Guadarrama o el Jarama. Así, no habría que tomar las medidas de restricción de
tráfico por la contaminación del aire. Pero con el patrón de desarrollo seguido
por Madrid en los siglos XIX y XX, esto ya es imposible.
Puestos así, con este panorama en la
aglomeración madrileña, sí, por supuesto me parece es “buena idea” la de la
playa artificial en Alovera para poder satisfacer esa necesidad de refrescarse
durante el más que ardiente verano mesetario.
Los embalses de la cabecera del Tajo, antaño
muy limpios y rebosantes, hoy día están esquilmados por el trasvase a Murcia y
Alicante -otro territorio sobreexplotado-, no tienen remedio de momento. Por lo
tanto Madrid le queda el mencionado Alberche, las alternativas de playa
valenciana a 380 kilómetros, o piscinas privadas llenadas a base de desecar
ríos de Guadarrama, o el siguiente: el Sorbe. Que es el que debería llenar esa
propuesta piscina artificial en Alovera. Y que es la alternativa que les queda
a los urbanitas madrileños para poder bañarse al aire libre a menos de una hora
de viaje.
Pero me quedo en este ejemplo de río cercano a
Madrid, el Sorbe, como “frontera” para plantear la cuestión de la despoblación y el desarrollismo
condensado, como “frontera” entre la “España vacía” y la “España
saturada”… el río que debería surtir la
playa artificial en Alovera. Los trasvasables y los trasvasados. Supongo que mi
conclusión que veréis venir es obvia: el desarrollo y la calidad de vida de los
territorios superpoblados no puede hacerse lastrando el desarrollo de aquellos
otros territorios que “han vivido por debajo de sus posibilidades” y que
albergan recursos naturales más conservados. No se puede desecar el Sorbe para
llenar una playa artificial en Alovera. Es como reproducir, en una metáfora a
pequeña escala, el conflicto países desarrollados-tercer mundo.
Pero supongamos que esto no se hace así.
Pongamos que las cosas se hicieran bien, y que el río Sorbe pudiera abastecer
sin problemas esa playa artificial.
Puestos así, lo apoyo: puesta en marcha de
avances técnológicos y de medidas más o menos artificiales – como puede ser la
playa artificial, las restricciones del tráfico en “la almendra” madrileña para
la contaminación aérea, medidas de depuración de aguas residuales… - para
resolver los problemas de los territorios de concentración humana y
sobreexplotación ambiental… estoy a favor, por supuesto.
Pero a su vez, medidas de conservación y de
desarrollo adaptado a las condiciones naturales en aquellos otros territorios
que se han mantenido –sea por falta de alternativa, iniciativa, o
convicción- más apartados del
desarrollismo sin riendas, en plan “prefiero ser un indio que un importante
abogado” que dice la canción de Extremoduro. Es buscar un
equilibrio, y no acentuarlo con políticas de pan para hoy y hambre para mañana, políticas de... "si no lo robas el río tú lo robará otro" que tan lamentables resultados trae en España.
Esta política que defiendo de búsqueda del
equilibrio quizá suene utópica para muchos… pero pienso que hay un territorio
autónomo en el Estado que sí lo está llevando a la realidad en lo posible:
Euskadi, poniendo la capital administrativa en Álava, su territorio más
despoblado, desindustrializando el centro de Bilbao y diversificando su
economía, a la vez que manteniendo su tradición administrativa de Diputaciones
Forales. Y creo que no soy el único en reconocer esos progresos en equilibrio
territorial cuando las ciudades vascas están recibiendo premios internacionales
de urbanismo y medio ambiente de manera continua (la última Bilbao hace dos
semanas).
Intentando aplicar ese esquema de equilibrio
en nuestra tierra se me ocurre incluso una idea como ejemplo, ahí al lado de
Alovera (y al otro del límite de C.A. , pero entiéndaseme, no tiene nada que
ver con ello ni sus colores políticos).
Creo que mejor que esa “playa artificial” en
Alovera, despersonalizada, desvinculada del río y de sus poblaciones
más importantes como una especie de playa tropical aterrizada en medio de la
meseta (o quizá además y aparte, de ese proyecto al que tampoco me opongo), sea
el recuperar bien el Henares en Alcalá (el último de los ríos madrileños que
conserva un estado ambiental digno) y crear en su llanura de inundación, hoy
día desocupada, y donde no se debería construir por ser llanura de inundación,
un parque fluvial con playa artificial, lagos, paseos, parque botánico o toda
la parafernalia que se les ocurra, combinando de alguna manera esa idea de
“parque acuático” con la recuperación del río y el vínculo cultural de los
habitantes y visitantes de Alcalá, como Ciudad Patrimonio, con su entorno
natural directo con el Henares y la primera Alcarria (Cerro del Viso), y que su
puesta en valor sirviera asímismo de concienciación y de freno a su deterioro
ambiental, de intentar parar el desarrollismo desconsiderado hacia el entorno,
una manera de decir: hasta aquí.
Llanura de inundación entre Alcalá y el
Henares
Solo es un ejemplo, una propuesta… en dirección a
establecer las relaciones hombre-naturaleza en un plano de concordia, como
dijera Delibes en su famoso discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua allá por el 75.
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