Desde que era pequeño he tenido un trato especial con los bosques, ríos, las montañas... lo natural en definitiva. El entorno, fundamentalmente de las serranías castellanas, ha sido mi casa, pero además del respeto y admiración automáticos que tengo hacia él, uno conserva en algún lugar de la mente, algo de los sueños de la infancia, de bosques encantados, árboles que se mueven, de duendes, hadas... y muchas veces uno se ha sorprendido buscando por los neveros la huella de algún yeti, un viejo roble que eche a hablar en el bosque, una bella hada o un troll.
Hasta que los años y la ausencia van difuminando ilusiones y dejando sin valor el chasquido de las ramas, el bramar de los bosques al viento, y cualquier otra señal susceptible de algo animado y no animal...
Hasta que una tarde te ví. Inicio de los calores del estío, pero en la sombra intensa de un bosque denso de los que aún guarda la serranía. Una luz. Brillante y fría en medio del bosque. Forma de mujer. De gran mujer. Desde luego una gran hada de alguna clase, más allá de mi conocimiento. Clara, brillante, no cegadora pero con un matiz de brillo eléctrico de relámpago frío, el peligro y la belleza, puro hechizo. Y de allí te quedaste en mi cabeza. En mis sueños, mis sueños diversos... serenos, tibios, intensos, crueles... y de ellos a la realidad en la que te me apareciste, como un flashazo de carne y hueso.
Un lugar menos místico que aquel bosque, pero eras tú. La llama en la oscuridad. Esos ojos. Esa mirada. La misma mirada. Inconfundible. Esa mirada: existes.
Desde entonces te sigo y te encuentro y te pierdo y te encuentro a pesar de que estás, de que sigues ahí. Me esquivas, me requiebras, te pierdo y me pierdes. Veo que me pierdes pero no puedo parar de perderme buscándote, te quiero, te quiero, te adoro y te querré y te buscaré porque ya te busqué por medio mundo hasta que claro que existes y estás ahí y por asfalto o por bosque no pienso parar hasta que me desintegre o nos desintegremos o que nos creemos ¿Me lees, pequeña hada o ángel o demonio? Que eres el cóctel de todo lo que me gusta, la perdición y salvación, la carne y el alma, el relámpago y la fraga, el hielo y la llama, y que te quiero del todo absolutamente