Bien, ha surgido estos días esta noticia y ya ha despertado las primeras voces airadas entre orientadores, senderistas, ciclistas de montaña... y por supuesto yo también Lost in Tragavivos tiene algo que comentar.
Resulta que el Gobierno está pensando si prohibir el acceso a los montes públicos mientras que en ellos se realicen cacerías. Dicen que con objeto de evitar accidentes...
Esto tiene bastante relación con algo que vengo pensando ultimamente, y es que no me entra en la cabeza que en la era de la informática, las telecomunicaciones en tiempo real y los GPS no haya una puñetera página web que informe en tiempo real y con antelación de dónde y cuándo van a estar cazando, o sea, pegando tiros con armas de fuego, que MATAN gente.
Porque yo salgo "acongojado" a entrenar durante la temporada de caza. De hecho me restrinjo a salir a correr donde sé de antemano que no hay caza, normalmente a las afueras de ciudades (en Cuenca tengo la suerte de tener la maravilla de terrenos que hay). Porque NOS JUGAMOS MUCHO: Un cazador mata a un ciclista de 24 años en Ardèche (noticia en francés) http://www.bigbike-magazine.com/actu-accident-chasse
Por otro lado también entiendo los motivos que llevan a muchos a estar en contra de la propuesta... pero sin llegar al sensacionalismo de opiniones como esta:
http://blogs.20minutos.es/runstorming-spanjaard/2014/01/04/correr-por-el-campo-podria-ser-imposible-en-espana/
Para mí la caza como tal es una actividad legítima, que ha acompañado al hombre y gran parte del mundo animal desde su misma existencia... no un asesinato. La depredación es parte imprescindible de la ley natural y el hombre es un depredador más (y por tanto sujeto a la misma ley, es decir, si elimina a todas sus presas se elimina él mismo), y otra cosa es cómo se caza y qué negocio genera... puesto que la caza hoy día -la caza mayor en muchos casos, al menos- parece que es la actividad necesaria para "demostrar la hombría" del ricachón del circo ibérico. Luego viene la industria de las fincas, los equipos de caza ultracarísimos, silenciosos y precisos, los guías encargados de ponerles delante del bicho indefenso al no poder hacer nada a la distancia que le disparan, los animales criados ex-profeso para gran trofeo...... que convierten a la caza en la gran "hazaña" (por la otra punta, se entiende).
¿Tienes pelotas? Vete a cazar jabalíes a cuchillo, u osos a lanzazos, como hacían los nobles del medievo, que al menos eso sí demostraban (y alguna vez morían por ello).
Pero dejemos este debate sobre la filosofía de la caza aparte. Mientras que haya gente (y bastante) a la que les guste esta actividad, tienen derecho a ejercerla. Pero ¿hasta que punto frente al resto de usuarios?
Tenemos una barbaridad de extensión de montes públicos, pero sobre todo en ciertas zonas, también muchísima extensión vedada perennemente al común de los mortales dedicada a la caza de señoritos en exclusiva. Es decir, que no puedes usarla ni tú ni yo ni nadie para correr por el monte, o andar en bicicleta, NUNCA.
E igual que me parece mal que los cazadores no puedan usar los montes públicos nunca (porque eso del pegar tiros es ciertamente bastante incompatible con cualquier otra actividad en el mismo lugar y momento y o están ellos o está el resto), también me parece no mal, FATAL, que haya en este país fincas de miles de hectáreas, en las que cabrían muuuuchos mapas de orientación -y terrenos bestiales en muchos casos añado, para el orientador-, que el resto NUNCA podremos utilizar porque están reservadas para la caza de los señoritos de turno.
Esto es lo que no debería existir. Esto es lo que sí sobra, realmente, en el siglo XXI.
Tenemos mucho, muchísimo monte (más que montañas, que también hay unas cuantas, pero la Península Ibérica como toda la Europa al sur de los Alpes tiene muchísimo monte). Creo que hay sitio y momentos para todos.
Así que esta es mi postura:
SÍ a la prohibición de entrar en cada monte público un par de fines de semana al año para que quien quiera cazar, cace, sin causar víctimas al resto de usuarios. Tranquilidad, hay mucho sitio para todos. También SÍ al establecimiento de un sistema informatizado que permita conocer con bastante antelación dónde, en qué días y a qué horas se está cazando. y SÍ a la apertura, por lo menos unos cuantos fines de semana al año, de esas fincazas que hasta ahora nos están vedadas al acceso como si fuera esto el siglo XIX.
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