¿Porqué Cuenca es un tesoro para la orientación?
Al grano. La primera razón es bastante evidente incluso para quien no la haya pisado: superficie forestal. La mayor superficie absoluta de bosque dentro de una provincia en España la tenemos en Cuenca: concretamente 666.349 hectáreas de bosque según el último inventario forestal (descontando dehesas y zonas forestales desarboladas).
Esto significan unos 6.663,49 km2 de bosque... que prácticamente no hemos usado hasta ahora.
Haciendo una comparación con otras provincias boscosas como Soria o Burgos (que también me encantan, por otra parte) vemos que estas tienen 323.727 y 338.332 hectáreas respectivamente (y sí, Burgos más que Soria). Esto significa que la provincia de Cuenca tiene incluso algo más de bosque que estas dos juntas (contando también ambas con mucho terreno y de grandísima calidad).
En segundo lugar está la gran proporción de este terreno forestal que es público (herencia de una larga historia de montes de gestión comunal -lo cual además revierte en una sociedad implicada con su fuente de caza, madera y leña, setas, pasto...-) y por tanto con mucha más facilidad de acceso, permisos... para organizar una carrera de orientación.
La siguiente caracteristica viene dada por su altitud, clima y naturaleza calcárea: el agua se infiltra a capas profundas de la tierra fácilmente; esto es una ventaja para los árboles y un freno para la vegetación herbácea y arbustiva (a las que las heladas ponen ya bastante a raya además), lo que significa que crece mucha menos hierba y matojos, que tan desagradables son en verano al secarse, que en otras zonas. Esto significa
no pinchos en los calcetines o muy pocos.
La serranía es fría. Aunque parezca una obviedad, estamos dentro de los vértices del triángulo del frío peninsular (Montes Universales, Moncayo y Sierra de Ayllón) y eso significa por un lado, heladas siberianas, sin exagerar (hay pueblos con problemas porque se hiela el gasoil de los coches en invierno). Por otro, pocos días al año se rebasan en las muelas serranas los 30º en verano, y en verano hay veces que hiela. Sí, hiela. En julio y en agosto hay, de vez en cuando, heladas en la serranía. Pero si el frío es un aspecto más o menos común a todas las zonas de montaña, aquí destaca variación térmica diaria. Cambia mucho la temperatura entre el día y la noche. Entre el amanecer y el mediodía se pueden dar diferencias de más de 20º sin dificultad. Esto a priori sería un inconveniente, pero tiene su punto positivo: tanto en verano como en invierno se puede encontrar un momento en el día en el que se puede practicar el deporte bastante agusto. Simple: en invierno buscando el mediodía casi siempre estaremos sobre 0ºC, y en verano evitándolo, estaremos por debajo de 25ºC. Por otra parte, haciendo frío nieva, pero no tanto como en otras zonas. Salvo en la muela de San Felipe y otras cercanas a partir de 1.500 m, es dificil que se acumulen más de 20 cm de nieve.
Por si fuera poco, el relieve también pone de su parte, y es que la Serranía es en realidad una "llanura" dentro de una zona montañosa. La estructura general de esta sierra no es de picos y laderas interminables, sino que se compone de pequeñas "muelas" o zonas elevadas de relieve relativamente suave, cortadas por hoces fluviales, estas sí, casi verticales, de unos 300 m de desnivel de media. Geológicamente está dividida a groso modo entre calizas y areniscas. Las areniscas dan lugar a espacios con múltiples vaguadas; mientras que la caliza, predominante, nos ofrece por una parte
relieves negativos en forma de depresiones, dolinas y torcas, y por otra la gran peculiaridad de la serranía: las "ciudades encantadas" o tormagales que llegan a ser auténticos laberintos de piedra. Esto sumado es igual a un infinito de formas de relieve diferentes. Y en variedad de vegetación forestal, no se puede uno quejar: tenemos pinos de 4 especies, encinares y quejigares de todos los tamaños y densidades.
Pero como en todo en la vida, también nos vamos a encontrar con algunos inconvenientes, sobre todo derivados del despoblamiento contemporáneo del área:
1. La infraestructura hostelera es muy reducida. Por tanto para celebrar una gran prueba (más de 1.000 personas) y cubrir las plazas de alojamiento necesarias, hay que abarcar prácticamente toda la sierra. Un inconveniente que se puede más o menos salvar con una buena planificación.
2. La aliaga jejeje. Para los desconocedores de la aliaga, este es una especie de arbusto espinoso que se da en toda el área caliza de la mitad este peninsular - especie de tojo "light"- sin cuyos pinchacitos en carrera, correr en Cuenca no sería lo mismo. En este blog los vecinos alcarreños hablan de ella:
http://alcarriafloraypoesia.blogspot.com.es/2009/08/aliaga.html
Tal es su importancia que ha influenciado a grandes artistas de la Iberia profunda como este:
http://www.youtube.com/watch?v=Z8RS_EpHRII
Es broma. Es un matojo abundante y a veces un incordio pero no una tortura insufrible como los tojos del Cantábrico.
2. Este sí, de verdad: el monte, si bien ha estado muy mimado por una población cuidadosa durante siglos, empieza ahora a sufrir la misma falta de cuidados que en otros lugares. No queda apenas ganado, las dehesas se están comenzando a llenar de zarzas y aliagas, con lo que ello implica de reducción de terreno para nuestros trazados, y sobre todo aumentan la virulencia y peligrosidad de los incendios forestales. Esta despoblación es más complicada de salvar a corto plazo, y el principal peligro que acecha a la serranía.
El botánico y geógrafo alemán Willkomm, tras sus viajes por la Península Ibérica en el siglo XIX, con una España sumida en el analfabetismo profundo, dejó escrito que la Serranía de Cuenca era la mejor masa boscosa de Europa. Willkomm se encontraba en su periplo serrano con pinos
Pinus nigra de 1.000 años de antigüedad, mientras actualmente los ejemplares más viejos de la Serranía tienen unos 500 años.
Esto da fé de que lo que tenemos ahora es solo una parte de lo que puede llegar a ser, con un poco de cuidado. Los usos antiguos nos han dejado esta Serranía, que resulta que por los motivos que digo, es un tesoro para las carreras de orientación. Ahora estos usos antiguos ya no existen, o han disminuido dramáticamente: este territorio necesita una nueva utilidad que permita su conservación.
¿Seguro que no tenemos lo que Suecia o Finlandia? Tanto en proporción de bosque, como en densidad de población (2-3 hab/km2) la Serranía de Cuenca anda bastante parecida a Laponia... bastante al norte de Suecia y Finlandia. Y lo tenemos aquí, a dos horas de Madrid, Zaragoza o Valencia. Y con las horas de sol que hay en el centro de la Península Ibérica, no las de Escandinavia.
Y... no podía acabar sin lanzar "mi puyita": ¿dónde está el futuro de la orientación española? ¿en hacer un calendario extensísimo, y carísimo en gastos de transporte, basado en gran parte en carreras allá donde el ayuntamiento/comunidad de regantes de turno dé más dinero a la organización? ¿o donde encontremos terrenos de calidad que nos sirvan para disfrutar, motivarnos, y mejorar técnicamente como
orientadores? En el contexto económico actual y al precio al que está el combustible, ¿nos podemos permitir mover a los competidores 300 ó 700 km para que corran un
cross como en el que uno podría hacer en el parque de enfrente? No voy a hablar de pruebas. Pero las ha habido, y me temo que las habrá.
Una cosa son las pruebas a nivel local, en las que uno corre y se vuelve a comer a casa. Pero subir de escalón en la distancia e irnos a pruebas de dos días con un desplazamiento y gasto importante, tiene que implicar también subir un escalón en la calidad de una prueba
de orientación. Para eso hay que pensar... en la Serranía, sí, pero también en casi cualquier otro lugar. En prácticamente cualquier provincia se pueden encontrar terrenos de calidad para carreras de orientación. Simplemente hace falta ponerse en el lugar de quien vaya a venir de más lejos a nuestra prueba ¿qué le vamos a ofrecer?
Sin más. A quien le interesen estas ideas, igual le gusta nuestro proyecto:
www.trofeoserraniadecuenca.blogspot.es